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Martes, 06 de Diciembre de 2016 16:35 Jaime LLinares Últimas noticias
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Hasta que Medio Ambiente lo permita

fotos trial ariadna roig

 


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@Pablo Sierra del Sol / Los ibicencos podremos hacer deporte rodeados por la naturaleza de nuestra isla hasta que Medio Ambiente lo permita. Porque a este paso uno empieza a pensar que acabarán por multar a los desaprensivos que se atrevan a salir de casa con las botas de trekking puestas. De momento, la conselleria balear que dirige el econacionalista Vicenç Vidal ya ha cerrado el camino a la Sant Josep Extreme, ha descabalgado de la moto a los Dos Días de Trial y tiene contra las cuerdas del ring a una Vuelta a Ibiza en BTT que lucha con todas sus fuerzas para no sucumbir al knockout.

Uno empieza a tener la sensación de que en ciertos despachos palmesanos más de un burócrata del Govern quiere meter cizaña entre la actividad física y el entorno natural, una pareja bien avenida durante décadas en nuestra isla, pero sobre la que pesa en los últimos tiempos el riesgo de ruptura por culpa de los inflexibles requisitos de los técnicos medioambientales, quienes parecen haber descubierto el daño irreparable que unas ruedas de bicicleta o la suela de unas zapatillas de atletismo le causan a los bosques de Ibiza. El día que un informe técnico demuestre que los trajes de neopreno son más nocivos para las praderas de posidonia que las anclas de los yates, las travesías de natación y los triatlones también pasarán a formar parte de las especies deportivas en peligro de extinción.

El conseller Vidal tenía trabajo acumulado en Ibiza por culpa de la incompetencia del otrora conseller Company, ciego y sordo cuando se le exponían los problemas medioambientales que sucedían al sur de Mallorca. Ahora sabemos que para Vidal nuestras islas no son invisibles, pero el progresista ha priorizado la lucha contra el deporte que se practica en la naturaleza por encima de temas trascendentales como impedir la construcción de mansiones en Cala d’Hort, recuperar la virginidad de ese islote convertido en hotel flotante llamado Tagomago, dotar de medios para que se pueda luchar contra las fiestas ilegales en casas situadas en zona ANEI o limitar la entrada de vehículos en ses Salines para reducir la presión humana sobre una playa que en temporada descuelga el cartel de Parque Natural y coloca el de beach club.

Agustín Ribas, el último damnificado, explica que es imposible convencer por teléfono de la seguridad de los Dos Días de Trial a un técnico que trabaja en otra isla y que ve los recorridos de la prueba en unos mapas. Los subalternos de Vidal no se bajan del burro. Hay unas normas y criterios que cumplir y serán más que escrupulosos para tramitar el papeleo. El respetuoso historial con el medio ambiente de estas pruebas importa tan poco a ojos de la fría burocracia como su arraigo, la afición que mueven y el potencial turístico que atesoran. El viejo sueño de que las señas de identidad de la isla sean el sol, el deporte y la naturaleza en vez de las drogas, el ruido y el cemento parece más lejos que nunca. En Palma alguien quiere robarnos el día y condenarnos a la noche. De momento, el plan le está saliendo a pedir de boca.